19 julio 2017

SOBREDOSIS DE CUENTOS: "GRACIAS TOTALES"


Hoy publiqué en Expreso un artículo sobre el libro Gracias totales. 27 relatos para resistir el temblor, tributo literario a Soda Stereo que se presentará el sábado 29 de julio en la FIL  de Lima, a las 8 p.m.

La música de Soda Stereo se remonta hasta mi “Edad de Piedra”. Aunque tuve la suerte de escuchar a temprana edad los discos de bandas clásicas del rock, como los Beatles y los Rolling Stones, e incluso hard rock y rock progresivo, en los años ochenta los nuevos sonidos redefinieron (y ampliaron) mis preferencias musicales. Recuerdo que por esa época cayeron en mis manos casetes y álbumes de Joy Division, Echo & The Bunnymen, PIL, The Smiths, Siouxsie & The Banshees, Talking Heads, Bauhaus…  al lado de sus precursores Velvet Underground, The Stooges, el propio Bowie… Hasta que empezaron a sonar en las radios bandas de rock en español (y algunas brasileras, especialmente Legiao Urbana) en medio de la irrupción del rock subterráneo en Lima. Primero Doble 9 difundió lo nuevo de Charly García (Nos siguen pegando abajo) y no tardó mucho en aparecer un trío con un disco titulado Nada personal, en verdad su segundo álbum. Era la época del vinilo, y acá se vendieron muy bien sus tres primeros discos en edición nacional. Fue una suerte de ‘sodamanía’. Estuve en el frenesí de los conciertos de Soda Stereo en el coliseo Amauta, en 1986 y 1987, acompañado de mi “eterna” enamorada de los años ochenta. Me vestía de negro, usaba flequillo beatle, pero Will Sergeant de Echo también, así que no había problema; iba a No Helden y tenía amigos subtes y darks (hasta hoy me veo con algunos de ellos); también asistía a San Marcos pero el interés por la literatura, el rock y la política vino de antes, y diría que llegó para quedarse.

Adoré el álbum Signos de Soda Stereo cuando salió. Fui un obseso del acetato y ese disco fue absolutamente crucial. En los años noventa me impresionó su disco Canción animal, pero ya había vuelto a mis raíces, así que cuando el año 2007 retornaron a Lima para un masivo concierto, preferí escuchar en mi equipo de sonido el Memory almost full de Paul McCartney  y Raising sand de Robert Plant y Alison Krauss, ambos aparecidos ese año.

Por eso, el primer efecto de la lectura de Gracias totales. 27 relatos para resistir el temblor (Altazor) es haberme obligado a desempolvar mis antiguos discos de Soda Stereo, que si bien forman parte de mi colección, no escuchaba hace años. El resultado: hasta ahora no los dejo de escuchar, y aún más con la facilidad de ver sus conciertos en YouTube.

Sin duda, un acierto total la publicación de este libro y también de la Colección Acetato. Ave rock, ave literatura.


(Adjunto la versión en JPG del artículo).  


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