08 octubre 2005

FOREVER CHANGES (Love, Elektra, 1967)


Banda con el talento suficiente para haber capitaneado toda la hornada de la Costa Oeste de San Francisco a mediados de los años sesenta, los Love fueron cubiertos desde un inicio por un aura maldita de eternos perdedores (loosers). Surgidos de Los Angeles bajo la batuta de Arthur Lee, ya desde el apogeo del ácido lisérgico en los clubes californianos el grupo gozaba de la simpatía de gente como Jim Morrison. Paradójicamente los Doors han obtenido la trascendencia que creyó merecer Lee en su época, quien se ufanaba de su amistad con Jimi Hendrix, después de todo ambos eran mejor considerados en Inglaterra que en su propio país porque, según las malas lenguas, nacieron negros. Con Forever Changes, Arthur Lee creyó haber demostrado al mundo su estatura de genio, pero ni con este álbum ni con esfuerzos como el predecesor Da Capo o los posteriores Four Sail y Out Here, Love pudo ver plasmados sus sueños en las listas de ventas ni en las críticas especializadas. La inestabilidad reflejada en los continuos cambios en la formación, el abuso de estupefacientes y el carácter irascible de su líder prepararon la senda hacia el ocaso de la banda. Para completar la "leyenda negra" (escrito sin ningún doble sentido racistoide, por si acaso) a mediados de los noventa Arthur Lee fue arrestado tras disparar su arma por diferencias de opinión en cuanto a los decibeles de su equipo estereofónico y estuvo preso ocho años hasta el 2001. De la formación inicial de Love, además, han fallecido Bryan McLean y Ken Forssi aquejados por el cáncer.
Tras el parcial éxito de Da Capo, Lee se concentró en la composición de nuevos temas para su siguiente disco. El material era tan bueno que, por fin, los Love parecían estar a punto de sacarse el clavo de ser opacados por bandas como los Byrds, del cual dicho de paso tenían más afinidades que diferencias (incluso McLean fue road manager de la banda de McGuinn). Arthur Lee encargó la producción del álbum a Neil Young, por entonces uno de los líderes de la banda de folk-rock Buffalo Springfield, pero problemas entre los sellos discográficos impidieron que esta unión entre dos gigantes se concretara. De este modo, Lee asumió la producción total a su cuenta y riesgo y el resultado fue deslumbrante, desde el arranque con Alone again or, clásico de Bryan McLean, una balada arropante con acompañamiento de vientos al estilo mariachi (McLean también firma otra canción esplendorosa, Old man).
Los "cambios eternos" a los que se refiere el título del disco adquieren sentido a partir del segundo corte, A house is not a motel (composición de Lee), de estructura cambiante, con una enérgica guitarra ejecutada al estilo de Jimi Hendrix; la letra nos habla de que "las noticias de hoy serán las películas de mañana/ y el agua se tornará en sangre". Le sigue el tema acústico Andmoreagain, en el que Arthur Lee demuestra su versatilidad para componer tanto baladas de brillante lirismo y de profusa orquestación cuanto piezas más rock como Live and let live, donde la guitarra truena furiosa en un punteo incesante. Otra de las grandes canciones acústicas es Bummer in the Summer, cuyos rasgueos están contagiados de un regusto folk-rock a lo Dylan.
En todas las canciones es notoria la vena melódica de este negro californiano; tan notoria como los cambios constantes sobre los que se basan la mayoría de los surcos, lo percibimos en The daily planet, en The red telephone, en los ya mencionados A house is not a motel y Live and let live, pero sobre todo en el último tema de Forever changes, la grandilocuente You set the scene, que es en realidad dos canciones acopladas como un medley y que están enlazadas gracias a un pequeño corte instrumental que sirve como intermedio, lo que prueba la pericia de Arthur Lee en la composición. El final de You set the scene es portentoso: mientras el bajo y la batería se encargan de la base rítmica, se entremezclan sonidos de trompeta que culminan en un remate beethoveniano.
Al escuchar Forever Changes muchos años después de haber sido editado es posible darse cuenta de cuáles fueron los factores que impidieron que su música calara en la juventud de su época. Era un disco impropio para aquellos años en que la sicodelia pedía una definición mucho más arriesgada en la experimentación de nuevos sonidos: en este álbum no existe nada "exótico" en el sentido de que nadie encontrará ningún instrumento fuera de los usados en cualquier estudio de Occidente; tampoco hay efectos sonoros conseguidos a través de loops de cintas y arreglos especiales, ni menos canciones larguísimas e hipnóticas que se apoyan en solos de guitarra interminables. Todo suena como debe sonar según los cánones de una buena producción –notable, diría–, pero esto no quiere decir que Forever Changes no pretenda ser innovador, y lo es en la medida en que la estructura de las canciones es flexible, no está prefijada por estrofas, coros e intermedios más o menos al uso en una canción pop, sino que apuesta por un estilo musical ligado al concepto del collage y por el final impredecible. Por lo demás, la orquestación de los temas fue una temeridad para un grupo que provenía de las canteras del hippismo y que se había destacado por ser más duro y rocanrolero que los melifluos Byrds.
Sin embargo, pese a los argumentos en contra que encontrarían los rockeros de los sesenta para no atender comedidamente a un disco como el Forever Changes, es esta violenta dulzura que transmiten los surcos, esta melancolía agitada y chirriante, la que lo coloca entre los discos más gloriosos de la historia del rock, no sólo de la historia oficial, ojo, sino de cualquier historia del rock, sea coincidente o no con la oficial.
CATEGORÍA: Clásico.
VEREDICTO: Imprescindible.
CANCIONES CLAVE: Alone Again or, The House is not a Motel, Andmoreagain, Live and let Live, The Red Telephone, Bummer in the Summer, You Set the Scene.










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