18 enero 2013
BOWIE REGRESA CON NOSTALGIA BERLINESA
05 enero 2013
“KARMA INSTANTÁNEO PARA JOHN LENNON” ENTRE LOS MEJORES LIBROS DEL 2012 SEGÚN RICARDO GONZÁLEZ VIGIL DE “EL COMERCIO”
La semana pasada, el navideño martes 25 de diciembre, el considerado por muchos como “el decano de la crítica literaria nacional”, don Ricardo González Vigil, incluyó mi novela corta Karma instantáneo para John Lennon entre los mejores libros publicados el año 2012. Lo escribo a deshora porque, es obvio, me he enterado de su publicación hace pocos días.
A diferencia de otras listas, González Vigil ha preferido dividir los textos por géneros un poco más esquemáticamente (diferenciando por ejemplo “novela” de “novela corta”; criterio discutible, en mi opinión) y elaborar los listados correspondientes, de tal suerte que aparezco mencionado en la nómina de los mejores libros de “novela corta”. Sorprende asimismo que no se incluya a ningún libro de cuentos. Otros autores han criticado cierto sesgo a favor de escritores limeños, puede ser, en todo caso está claro que los sellos editoriales que gozan de más favores mediáticos están afincados en la capital.
03 enero 2013
"12-12-12” (THE CONCERT FOR SANDY RELIEF)
Aquí hay que decir que los Rolling Stones, que tuvieron una participación minúscula (la confirmaron a última hora y solo tocaron dos canciones –una clásica– sin mucho brillo), fueron sin embargo los únicos que en boca de Sir Mick Jagger ironizaron sobre un evento multimillonario donde la mayor potencia mundial pedía al resto del globo en ruinas la ayuda humanitaria para sus damnificados, cuando bastaría que algunas compañías norteamericanas transnacionales depositaran un porcentaje de sus utilidades para solucionar tamaño problema.
Agrego también que no solo participaron músicos de rock, sino cineastas y actores, algunos con fama de ser de avanzada; por ejemplo pudimos ver a Quentin Tarantino y a Susan Sontag –aún hermosa y digna de un acoso sexual a sus sesenta años– atender llamadas mientras en la pantalla se colocaba el número de las cuentas para los hipotéticos donantes en Sudáfrica e Irak (por no mencionar a países europeos en descalabro como España y Grecia). Solo faltaba Etiopía (o Filipinas, también devastada por un huracán el año pasado). Esperemos que la ayuda no solo llegue a los damnificados estadounidenses del huracán Sandy, sino también a los del Caribe, donde también hizo estragos.
Casi al cierre, Chris Martin, de Coldplay, apareció con su guitarra acústica y no lo hizo mal. Incluso cantó junto a Michael Stipe, de REM, el himno de la banda de Georgia Losing my religion. Luego se subió a la plataforma donde estaba el piano y demostró sus cualidades interpretativas.
Tras este acto, Sir Paul McCartney hizo su ingreso. Fue otro de los momentos cumbre junto con el de Waters y el de los Who; como espectáculo de rock fue inmejorable. Fuera de lo esperado, esta vez Paul arriesgó más en el set-list y seleccionó un repertorio casi exclusivamente rockero y además con mayoría de canciones de su periodo post Beatle, que en un par de ocasiones coqueteó con el metal y el noise-rock, la rompedora Helter Skelter (una de las tres canciones beatlescas de una lista de ocho) y la sorpresa de la noche, la interpretación de una nueva canción junto con los ex Nirvana Dave Grohl, Kris Novoselic y Pat Smear, el jam Cut me some slack que inundó Internet vía las agencias de noticias y que le ha valido a McCartney sobrenombres ocurrentes como McKurt y Sirvana (Paul canta y toca una cigar box guitar). Antes de ello, Paul acompañado de la jazzista Diana Krall en el piano interpretó su reciente composición My valentine de su último álbum de estudio dedicado a oldies pre-rock. Fue otro gran momento. Y el cierre inevitable con el súper clásico de Wings Live and let die.
Lo que sí me extrañó fue que, a diferencia de otros conciertos benéficos, en el “12-12-12” no reingresaran todos los músicos para juntos corear alguna canción. Esta vez el coro estuvo a cargo de bomberos y rescatistas invitados a subir al escenario por Paul, quienes abrazados esperaron que apareciera nuevamente Alicia Keys para que solo ella cantara New York. Final del evento, en mi opinión, comprensible pero prescindible.
En resumen, solo faltó Led Zeppelin para convertirse en uno de los conciertos benéficos más memorables de las últimas décadas. Recomiendo bajarse de YouTube las presentaciones de Springsteen, Roger Waters, Eric Clapton, los Rolling Stones, los Who, Billy Joel, Chris Martin con Michael Stipe, y Paul McCartney (incluido el número de Sirvana).
01 enero 2013
CUESTIÓN PREVIA: MORIR Y RENACER CADA AÑO
06 agosto 2012
"EL HOMBRE QUE REVIVIÓ A JOHN LENNON" - LA REPÚBLICA
03 agosto 2012
ENTREVISTA PARA PÁGINA WEB DE EL COMERCIO
25 junio 2012
ENTREVISTAS EN EL COMERCIO Y EXPRESO: "KARMA INSTANTÁNEO PARA JOHN LENNON"
31 mayo 2012
PRESENTACIÓN DE "KARMA INSTANTÁNEO PARA JOHN LENNON"
Los espero. Brindis asegurado.
27 abril 2012
KARMA INSTANTÁNEO PARA JOHN LENNON
29 febrero 2012
SOUNDTRACK: "THE BIG LEBOWSKI" (Joel & Ethan Coen, 1998)

31 enero 2012
LAST SPLASH (The Breeders, 4AD/Elektra Records, 1993)


Para Last Splash, hubo algunos recambios que posiblemente facilitaron que el sonido siguiera una dirección más vitalista y noise en relación con su álbum debut. El primero fue el alejamiento de Donnelly y su reemplazo por Kelley, quien retomaba de este modo el proyecto original de las hermanas. El segundo fue la incorporación de Jim MacPherson en la batería, tras el retiro de Britt Walford. La tercera variación fue quizá más determinante: Kim Deal asumió la producción del disco junto con Mark Freegard (Pod había estado a cargo del productor Steve Albini). Asimismo, Kim se atrevió con un instrumental más variado que en su disco debut: aparte de la guitarra eléctrica, toca el moog y el casiotone; Josephine Wiggs no solo se limita al bajo como en Pod, sino se luce con el contrabajo y el violonchelo; mientras permanece Carrie Bradley en el violín. Finalmente, hay un elemento clave: Last Splash es su primer disco post Pixies y no un proyecto paralelo como en el caso de Pod. Debió de haber sido como un renacimiento para Kim Deal, sobre todo si se toma en cuenta que había roto lanzas con “los duendes traviesos” porque Black Francis se había robado todo el protagonismo en Trompe Le Monde (1991).
El álbum se inicia con New Year, que deja ver una notoria influencia de Sonic Youth. "Soy el sol/ soy el nuevo año/ soy la lluvia/ soy el camino a casa", canta Kim en tono redentor. Enseguida los riffs pegadizos de Cannonball nos ponen sobre aviso de que estamos ante un clásico de los noventa: un tema absolutamente contagiante, directo, con cambios imprevistos y coros llamativos, que hacen imposible no seguirle el compás y retener el ritmo en la memoria, claves del buen pop-rock aplicadas aquí con el añadido de una letra que no está a la zaga de la música: "Escupiendo en los buenos deseos/ Soplando el infernal estrépito/ soy el último chapoteo// Te conozco pequeño libertino/ Sé que eres el verdadero arrullo// Te deseo arrullante bala de cañón/ en la sombra". Por si fuera poco bocado, Kim se contactó con su tocaya de Sonic Youth y el cineasta Spike Jonze -¿Quieres ser John Malkovich?, Ladrón de Orquídeas (Adaptation), Jackass-, quienes dirigieron un video-clip inmejorable para regusto de los homo videns (en relación con Kim Gordon, en verdad le devolvió el favor, pues ya antes Kim Deal había aparecido en el video de Little trouble girls de Sonic Youth, apoyando en las vocales tal como figuró en el álbum Washing Machine).
The Invisible Man y No Aloha podrían haber sido incluidas perfectamente en Bossanova, ambas se influencian del estilo del álbum de los Pixies, con esos inicios arropantes que luego desembocan en acelerados ritmos rockeros. Roi combina el experimentalismo electrónico con riffs propios del hard rock, con feedbacks y variaciones que otra vez nos recuerdan a Sonic Youth. El nombre es en verdad una transliteración de Raw, cuya letra se reduce a una sola frase: "Raw: where the shot leaves me gagging for the arrow". Por lo demás, un track tributario de los lejanos experimentaciones minimalistas de McCartney en el White Album; me refiero a canciones como Wild Honey Pie y Why don’t we do it in the road? (no por nada los Pixies habían realizado un cover de Wild Honey Pie en su presentación en la BBC).
Prosigue la canción de amor Do you love me know?: tremenda melodía, hermosa entonación y armonías vocales, una de las gemas escondidas de este álbum, cuya letra parece una súplica a punto de tornarse en un mandato: "Me amaste antes/ Me amas ahora?/ Regresa a mí de una vez/ Vamos, Vamos, Regresa de una buena vez!!". A continuación escuchamos el electrizante instrumental surf-rock Flipside (ya con los Pixies había versionado el Cecilia Ann de los Beach Boys), luego el power pop I just wanna go along, cantado por su hermana Kelley, para aquietarse nuevamente en Mad Lucas (¿elogio de la locura o crítica?).
La influencia beatle se hace notoria en Divine Hammer, pues mantiene la estructura simple y la cadencia de muchas canciones de la época del A hard day's night; es más, no creo exagerar si afirmo que rebosa similar hálito de frescura, aunque con un sonido mucho más potente, ciertamente más "noventero". S.O.S. es un instrumental de sonido absolutamente garagero y psycho, mientras que Hag es un pop rock al estilo de Blondie que demuestra la gran sensibilidad melódica de Kim para combinar letras sencillas con rasgueos y armonías cautivantes. Saints es otra pieza maestra de pop con acento heavy, que hubiera podido cantar perfectamente Joan Jett & The Blackhearts en los años setenta. Despide el disco un exquisito cover de la balada country Drivin’ on 9, y como coda, una versión más corta (de menos de 50 segundos) de Roi.
Last Splash es un muestrario de lo mejor del pop rock de los noventa, así como del inmenso entusiasmo y talento que despliega Kim Deal en cada uno de sus proyectos musicales, sea con The Breeders, antes con los gloriosos Pixies, o luego con The Amps.

CATEGORÍA: Alternativo.
VEREDICTO: Notable.
CANCIONES CLAVE: Cannonball, Roi, Do you love me know?, Slipside, Divine Hammer, S.O.S., Saints, Drivin' on 9.
28 diciembre 2011
SOUNDTRACK: "THE BOAT THAT ROCKED" (Richard Curtis, 2009)

Sea como fuere, la historia de una radio pirata enclavada en un barco en medio del mar (desde donde se transmitía música rock en tiempos en que el conservador gobierno británico -con la venia de la BBC Radio- solo permitía escuchar este género popular durante menos de una hora al día) no deja de ser cautivante en la era del post rock para quienes aún veneramos esta música y su esencia contestataria. Y si el menú viene servido con canciones de los Kinks, los Who, Moody Blues, los Easybeats, Jimi Hendrix y tantos otros clásicos, mucho mejor.
Del soundtrack de la película (titulada Pirate Radio en EEUU e indistintamente Piratas del rock o Radio encubierta en español) he seleccionado para la Secta del Ruido I love to boogie de la banda inglesa T. Rex, Elenore de los estadounidenses The Turtles y Friday on my mind de los australianos Easybeats.
17 diciembre 2011
TONIGHT'S THE NIGHT (Neil Young, Reprise Records, 1975)


Canciones como Tonight’s the night (dedicada al malogrado roadie Bruce Berry), World on a string, Come on baby let’s go downtown (de Whitten/Young) y Lookout Joe son excelentes demostraciones de legítimo rock ácido. Come on baby let's go downtown fue grabada cuatro años antes en Fillmore East y cuenta con Danny Whitten en la primera voz y guitarra; su inclusión es todo un homenaje póstumo de parte de Neil tras la muerte de Whitten por sobredosis de heroína.


Al final se escucha una versión aún más rockera, aunque no más extensa, de Tonight’s the night, como perfecto cierre para un trabajo grato a las almas oscuras y desoladas.

CATEGORÍA: Clásico.
VEREDICTO: Imprescindible.
CANCIONES CLAVE: Tonight's the night, World on a string, Speakin' out, Lookout Joe.
06 diciembre 2011
ACE OF SPADES (Motörhead, Bronze Records, 1980)

Antecedido por los imprescindibles Bomber (1979) y Overkill (1979), el álbum Ace of Spades (1980) le otorgó el máximo crédito posible a la legendaria primera formación de este power trio, con Lemmy en la voz y el bajo, Eddie “Fast” Clark en la guitarra y “Philthy Animal” Taylor en la batería. Posteriormente Motörhead ha sabido de cuando en cuando grabar algunos discos con algo (o mucho) de la savia de los clásicos (ejemplos: Orgasmatron en 1988, Overnight Sensation en 1996 o el último The World is Yours, de este año), pero es evidente que lo más valioso está en sus primeros álbumes.

Ace of Spades (el álbum) suena como una imparable estampida de canciones, aceleradas y descarriadas, cuya potencia sónica se debe a la meritoria labor del productor Vic Maile. Se inicia frenéticamente con la canción homónima, una rompedora alegoría de la vida como juego de póquer: “Si te gusta el juego, yo soy tu hombre./ A veces se gana, otras se pierde, a mí me da lo mismo./ El placer es jugar, no me importa lo que digas./ No comparto tu codicia,/ la única carta que necesito es el As de Espadas./ Juego a la carta más alta, tentando al diablo./ Sigo la corriente, todo me da lo mismo./ Siete u once, los ojos de la serpiente te observan./ Dobla o retírate, dobla la apuesta o lárgate./ Sabes que he nacido para perder,/ y que apostar es para tontos, pero así es como me gusta, nena./ No quiero vivir para siempre./ ¡Y no olvides el comodín!/ Subo la apuesta inicial, sé que quieres ver qué cartas tengo./ Míralas y llora, la mano del muerto otra vez./Lo veo en tus ojos, míralas y mátate./ Lo único que ves, sabes que va a ser/ el As de Espadas”.
El espíritu alegórico y los riffs atronadores continúan en Love me like a reptile; esta vez las referencias son el carácter reptilesco en el que a veces se torna la atracción sexual (“Supe que tenía que morderte, nena,/ la primera vez que te vi./ Aquel momento me excitó./ No termino de creérmelo./ Y me gusta ver el contoneo de tu cuerpo./ No tengo elección, voy a retorcerte por la cola./ Ámame como un reptil,/ voy a hincarte los colmillos”).
Shoot you in the back no ofrece ningún respiro, mientras las letras aluden a una escena recurrente del western donde impera la ley del revólver: “Es un suicidio vivir del orgullo./ Reclamas lo tuyo, tu integridad,/ tu propia vida te hiere como un cuchillo./ El jinete que viste de negro/ sabes que te disparará por la espalda./ ¡En las películas del Oeste!”

Este esquema que combina microhistorias de espíritu underground -cantadas con la voz bronca de Lemmy- con una base rítmica rauda, no se abandona en (casi) ninguna de las pistas del disco. También hay una oscilación entre el uso de la primera y segunda personas en el nivel de las letras, cuya intención más obvia es lograr una identificación mayor en el receptor del mensaje, una empatía como la que puede haber entre el verdugo y la víctima, o entre el látigo y la carne.
En Live to win la postura antisistema es clara: “Sabes que no te puede pasar nada./ Tienes que creer en tu buena estrella./ Siempre te tratarán como a un perro./ Todo tiene un límite,/ y no pueden saltárselo./ Si reclamas,/ puede que te juzguen y te encierren,/ pero sólo tienes que vivir para ganar./ Sé que es difícil, una resistencia natural./ Luchar es una complicación./ Si no quieres ser escoria,/ si crees que tienes razón./ Ellos tienen ahora el poder,/ pero pronto llegará nuestra hora./ Todos sabemos de dónde venimos,/ lo único que hacemos es vivir para ganar./ No debes manifestarlo a gritos,/ no hagas una escena./ No te muestres orgulloso,/ eso sólo sirve a su plan./ Derriba el muro,/ disfruta el momento, es la hora de que caigan./ La anarquía está en camino,/ si sabemos vivir para ganar.”
Fast and loose vuelve al tema de los apetitos sexuales insaciables, en el límite de lo prohibitivo o sadomasoquista, leitmotiv que hallamos también en otros surcos del vinilo, como en Fire Fire, Jailbait o The chase is better than the catch.
Pero la canción donde suben los decibeles hasta “sangrar los oídos” es la asombrosa (We are) The Road Crew, absolutamente noise, que resume el ideario de una banda que solo se casa con el rocanrol: “Otra ciudad, otro lugar./ Otra chica, otra cara./ Otro camión, otra carrera./ Como basura, me siento mal./ Otra noche, me vuelvo loco./ Mi mujer se va, me siento triste,/ pero me gusta la vida que llevo./ Otra cerveza es lo que necesito./ Otro concierto, me sangran los oídos./ Somos el equipo de transporte./ Otra ciudad que dejo atrás./ Otra bebida, totalmente ciego./ Otro hotel que no puedo encontrar./ Otro pase a los camerinos para ti./ Otro tubo de pegamento./ Otra frontera que cruzar./ Conduzco como un maniaco./ Voy en viaje de ida y vuelta al infierno./ Otra habitación, una maleta por hacer./ Somos el equipo de transporte./ Otro hotel que podemos quemar./ Otro polvo, otra vuelta./ Otro mapa de Europa que aprender./ Otra parada en el camino./ Otro juego que puedo practicar./ Otra palabra que aprendí a decir./ Otro maldito puesto de aduana./ Otra jodida costa extranjera./ Otras cicatrices de las que presumir./ Somos el equipo de transporte. Así es”.
Aún el álbum nos ofrece otras sorpresas, la breve pero contundente Bite the bullet y el apabullante cierre con The Hammer (cuya temática puede ser considerada una versión psicokiller del compromiso y la rebeldía de If I had a hammer de Pete Seeger; o en todo caso, una mixtura entre ésta y la mccartniana Maxwell’s silver hammer a nivel letrístico).

Un álbum portentoso de una banda genuina de rocanrol que, a diferencia de otras bandas rítmicas cuyas canciones parecen hechas del mismo molde con pequeñas variaciones de acordes (en las que técnicamente los Motörhead están emparentados), no solo tiene suficiente adrenalina, sino sobre todo hace de la música más primaria un medio eficaz y creativo de transmitir una actitud existencial inequívocamente contracultural, impetuosamente borderline e inocultablemente outsider, que ya quisieran igualar algunos íconos del heavy metal con sus poses de castrati (o contratenores) y sus solos de relumbrón.

26 noviembre 2011
CUESTIÓN PREVIA: COLUMNISTA EN BEATLESPERÚ

10 noviembre 2011
SOMETHING / ANYTHING? (Todd Rundgren, Bearsville, 1972)

¿Puede existir un cantante y compositor colosal, absolutamente idolatrado por una elite de rockeros, pero que en sus cuarenta años de carrera musical nunca haya podido pergeñar ni siquiera un single "one hit wonder"? Por supuesto que sí: se llama Todd Rundgren. No se trata de un rockero underground, ni de un vanguardista del sonido que no transige con la música llamada "comercial". Al contrario, desde joven se presentó en shows televisivos con aureola de "músico genio" del pop-rock, se disfrazó de un Ziggy Stardust más osado que la versión original de Bowie, convivió codo a codo con la sicodelia, el glam y el rock progresivo cuando estuvo de moda; en fin, estuvo en cartelera todo el tiempo que pudo, pero el single que marcó su coto de popularidad apenas rozó el quinto puesto del ranking Billboard. Qué mayor prueba de que el talento, a veces, no consigue el aplauso ni la venia de las masas.

Something/Anything? (1972) es sin la menor duda la obra maestra de Rundgren: un álbum doble, que venía con el plus de que tocaba todos los instrumentos en los tres primeros lados de su edición en vinilo, mientras la cuarta cara se iniciaba con tomas de una grabación casera de covers de Money (That's what I want) y Messin' with the kid, para enseguida volver al perfeccionismo sonoro e instrumental pero ya acompañado de una banda conformada por más de veinte músicos, algunos ya trajinados.
La canción de apertura del álbum, I saw the light, es absolutamente beatlesca, con un lejano parentesco a You won´t see me (aunque la de Rundgren suena más a Harrison que a McCartney). Pero la apuesta del músico estadounidense es repasar de un lado a otro el abanico pop del momento: desde soft-rock (como It wouldn’t have made any difference, Cold morning light, Marlene o la grandiosa balada de inspiración jazzy Sweeter memories, para el especial lucimiento de Rundgren como instrumentista) hasta pura energía r&b/soul (Wolfman Jack, Some folks is even whiter than me y Slut). Hay también efectos de sonido (Intro), un instrumental que se anticipa al boom del pop electrónico ochentero (Breathless), flirteos con el art rock (Song of the viking, a quien un crítico ha calificado de “opereta pop en staccato” y cuyas armonías vocales anticipan un estilo que Queen explotaría como una fórmula de éxito comercial), y la que muchos consideran una de las primeras canciones power-pop (Couldn’t I just tell you).

Y por supuesto en este disco está su mayor hit, Hello It’s me, una versión con arreglos orquestales y un poco más acelerada que la original acústica que Rundgren grabara en el primer álbum de Nazz. Absolutamente bella y melancólica, a pesar de que nunca llegó a ubicarse en el número 1 de Billboard.
Something/Anything?, un álbum urdido desde el laboratorio de los estudios discográficos, cuyo título parece interrogarse sobre la trascendencia del pop, reemplazando el “todo o nada” por algo menos optimista que quizá deviene en lo efímero, finalmente halla su valor en esa dualidad, que es la dualidad de la música pop, la que podríamos resumir en la fórmula “la trascendencia de lo efímero”, gran premisa para un gran disco. En estos tiempos no es necesario más.

CATEGORÍA: Clásico.
VEREDICTO: Imprescindible.
CANCIONES CLAVE: I Saw The Light, Hello It's Me, Black Maria, Song of the Viking, Couldn't I just tell you.