30 abril 2010

LOS MEJORES ÁLBUMES DE LA DÉCADA (III)

Con esta entrada, la Secta del Ruido cumple con entregar su última selección de reseñas de algunos álbumes incluidos en su lista de los mejores de la década, con un video de cortesía por disco. Otros cinco álbumes que insuflaron un poco de oxígeno al decadente panorama del rock actual. Bandas con propuestas disímiles, algunas herederas del "rock de raíces", otras de tendencia más experimental; cantantes convertidos en Popes intocables pero con la suficiente energía y lucidez para brindarnos aún buena música; toda esta fauna de "freaks" heterodoxos y ortodoxos del rocanrol, juntos pero no revueltos, compone el bestiario de esta lista, por más que algunos tengan pinta de "formalitos". No nos engañemos por las apariencias. Escuchemos su música, dejemos que ella hable a través del rasgueo de una guitarra eléctrica. Provecho.



Sonic Youth: THE ETERNAL. Su último gran disco fue GOO, de 1992; dos años después lograron revitalizarse con DIRTY, y tras ello parecieron seguir el destino de la mayoría de bandas de rock otrora innovadoras: repetir la fórmula pero sin el lustre de épocas pretéritas. Por eso este álbum fue una grata sorpresa para muchos de sus seguidores. Comparado con sus mejores trabajos, THE ETERNAL es solo una muestra de que a Sonic Youth aún le quedan algunos cartuchos "noise" que detonar. Pero en relación con el camino que venía recorriendo la banda en los últimos quince años (más o menos), THE ETERNAL es un vigoroso ejercicio de noise-pop para agitar almas inquietas.



The Fleshtones: TAKE A GOOD LOOK. Esto es garage ochentero de una banda que no tiene nada que perder. Después de publicar un disco glorioso hace casi tres décadas(ROMAN GODS, 1982), supieron guardar un perfil bajo y mantenerse como una banda de culto para un séquito de freaks y admiradores de los sonidos retro. Tras varios años sin grabar, el 2008 reaparecieron con la misma vitalidad de sus mejores tiempos, impetuosos, desenfadados, fiesteros. Pocas, pero entusiastas reseñas, dieron fe de este notable retorno del sonido "vintage" de Peter Zaremba y sus Tonos Carnosos. No apto para rastas ni para metaleros.



Bob Dylan: MODERN TIMES. Convertido en todo un bluesman, el viejo Zimmerman se jugó sus últimos arrestos vocales en este álbum. Por eso quizá pareciéramos escuchar canciones añejas, de hace por lo menos cincuenta años, salidas de la garganta aguardientosa de un esclavo en el mítico condado faulkneriano Yoknapatawa. Pero no nos ilusionemos, de hecho su temática es contemporánea, quizá demasiado: en "Thunder in the mountain" se conmueve con la infancia de la cantante Alicia Keys mientras recorre Tennessee... No importa, te perdonamos, Dylan, con tal que sigas cantando, como en este disco, tus sempiternas estrofas de aflicción y otros sentimientos mundanos.



The White Stripes: WHITE BLOOD CELLS. Los Rolling Stones lo nombraron su más digno sucesor. Jimmy Page no se quedó atrás y lo calificó de genuino héroe del rock. Nos referimos a Jack White, el padre de esta criatura, su banda-dueto The White Stripes, junto a su ex esposa Meg White. Para mí, este individuo de facha algo estrafalaria es simplemente un genio. Algunos incautos podrán escuchar The Strokes y creer que es la octava maravilla, o presumir de algunas bandas "caletas" de garage; en verdad, da igual, pues el enorme talento de Jack White es inmune a las creencias o prejuicios de un puñado de músicos frustrados o aprendices de críticos. Escuchen detenidamente este disco y los otros cinco que pergeñó la banda y sabrán de las alturas melódicas y sonoras a las que puede llegar este héroe generacional.




Death Cab for Cutie: TRANSATLANTICISM. Este grupo ha hecho del minimalismo melódico su modo de expresión artística. Mientras en los 70, las bandas dinosáuricas del rock progresivo (pienso sobre todo en Yes) necesitaban de grandes malabarismos de virtuosismo para probarse que hacían "música selecta", hoy por hoy bandas como Death Cab for Cutie nos entregan otra receta, menos pretenciosa pero más eficaz: desprenderse de sobreproducciones artificiosas y ofrecernos la melodía en su desnudez esencial. Música no solo para el oído (órgano vulgar), sino para el cerebro.

23 marzo 2010

LOS MEJORES ÁLBUMES DE LA DÉCADA (II)

Como no tiene mucho sentido ofrecer listas de álbumes sin el audio respectivo, agrego en este post una parte de la cereza que faltaba a tan suculento pastel. Me hubiera gustado dedicar un post por cada disco, pero sería un esfuerzo inútil. Por experiencia sé que así alguien se esmere en argumentar en treinta párrafos por qué un disco es imprescindible, o por lo menos valioso, siempre habrá algún primate que se rasque las axilas y espectore por todo comentario: "No me gusta". De modo que es mejor optar por la brevedad, por la reseña sumarísima.

En una escena de la película "Sidewalks of New York", un aprendiz de rockero le enseña a su flamante novia (Brittany Murphy) algunos discos de vinilo en una discotienda, entre ellos EXILE ON MAIN STREET y LED ZEPPELIN I, y mientras le va mostrando los álbumes, le comunica una suerte de declaración de principios: "Nena, si escuchas estos discos y no los aprecias, entonces de seguro hay algo mal en ti y definitivamente vamos a tener serios problemas". De modo que aquellos primates que no aprecien esta lista ya están avisados de lo que pienso de ellos y de su manera de entender el rock y la música en general.

Yeah Yeah Yeahs: FEVER TO TELL. Se me antoja comenzar con esta banda neoyorquina. En su primer álbum se decantan por un sonido áspero, abisal. Ritmos básicos, letras directas, una cantante con un dominio de escena y una interpretación vocal que nos recuerda a la joven Siouxsie Sioux y sus Banshees. Se llama simplemente Karen O. La acompañan Nick Zinner en la guitarra y Brian Chase en la batería. Un trío. Parece que lo mejor de las nuevas bandas está en estas formaciones mínimas, que prescinden (al menos en lo formal) de un bajista, como es el caso también de los White Stripes (un dúo). Un álbum potente, visceral, protopunk y también power-pop. Absolutamente yeah yeah yeah!!!






Robert Plant and Alison Krauss: RAISING SAND. Por un lado un viejo rockero de raíces blueseras y ex frontman de una superbanda de hard rock, por otro lado una violinista de formación clásica y cultora del bluegrass. Ambos con voces espléndidas. El disco condensa las dos influencias, aunque predominan las melodías crepusculares y los tonos neutros, si bien no se olvida de obsequiarnos un par de portentosas muestras de hillbilly.



Nick Cave & The Bad Seeds: DIG, LAZARUS, DIG!!! El cincuentenario músico australiano nos trajo esta última deflagración sonora junto a su mítica banda The Bad Seeds. Algunos dirán que ha bajado un poco los decibeles, que ya no está tan noise como antes… bueno, siempre tuvo sus momentos sosegados, pero lo que no ha perdido es el desquicio, al ritmo de una música aparentemente calma y que al mismo tiempo puede destrozar los nervios del más templado.



The Flaming Lips: YOSHIMI BATTLES THE PINK ROBOTS. He aquí un álbum que caló en el ánimo de la generación post segundo milenio. Menos pretencioso que su antecesor SOFT BULLETIN (“el PET SOUNDS de los años noventa” para muchos), gozó sin embargo de mayor popularidad, gracias a una buena combinación de contagiantes melodías con arreglos más austeros, una fórmula que muchos aplican pero que solo a muy pocos (como es el caso de The Flaming Lips) les da resultados tan tremendos y entrañables como en este disco.



Neil Young: LIVING WITH WAR. Este es un disco de una leyenda que aún cree en el compromiso del artista o engagement. En el rock ha habido varios antecedentes, desde Bob Dylan hasta John Lennon, y el radicalismo de MC5. Neil Young ha escogido el camino del activismo ecologista y la crítica al espécimen más burdo del pensamiento republicano (Bush Jr.). Los Rolling Stones hicieron algo parecido en su último álbum A Big Band, aunque a través de una sola canción. Young nos propone un álbum completo de protesta, sin descuidar la calidad musical ni la contundencia rocker.

08 marzo 2010

LOS MEJORES ÁLBUMES DE LA DÉCADA

Inspirado en dos recientes listas de los 100 mejores álbumes de la década (NME y RS), he elaborado mi propia lista, aunque modestamente solo se limita a los 20 mejores. El orden de las ubicaciones no obedece al de un ranking, sino se limita a respetar la cronología, lo cual me parece un criterio más ecuánime, pues hacer un ranking entre grandes álbumes es un ejercicio bastante arbitrario. El filtro, se supone, ha sido previo, en la selección de los que merecían estar en la lista. Como aún así es imposible descartar otros discos interesantes, también incluyo al final, como una suerte de mención honrosa, una relación de diez álbumes que dignificaron el alicaído panorama rockero de esta última década.

Como es posible que muchos aficionados de la última generación se sorprendan por la no inclusión de varias bandas “favoritas”, de manera sumaria trataré de explicar cuál ha sido el criterio de la selección, al paso que daré mi opinión de las listas de NME y RS.

Lo primero que se debe decir con toda claridad sobre estas dos listas del mundo angloparlante es que son un verdadero fraude. Es cierto que la de RS es más ridícula y barata que la de NME, pero en lo esencial son similares y son el reflejo del nefasto rumbo que ha tomado la escena rock en los últimos años. Solo en una época en que se ha perdido la brújula musical podrían destacar bandas mediocres como Radiohead, The Strokes o Coldplay, cuyos discos son los típicos trabajos hechos para escuchar y arrojar al basurero de la historia. Otras bandas, como Kings of Leon, Interpol o Queens of the Stone Age, por momentos más adecentadas musicalmente, sin embargo no tienen ningún disco que realmente dé la talla para figurar entre lo mejor de la década; se quedan en el gesto, en la inspiración de un par de canciones, pero nunca llegan a despegar. También está el caso de las “leyendas” recientes u otras más antiguas. Entre las primeras, Björk ha granjeado su prestigio en un ardid publicitario, aquel que la vende como una artista de vanguardia. Entre los segundos, se hallan Bruce Springsteen o Leonard Cohen, cuyos discos suelen ser aclamados como si se tratase de una genialidad indiscutible. Sin embargo, ni Björk, ni Springsteen ni Cohen han publicado en los 00’s un álbum que valga la pena, por tanto incluirlos hubiese sido como un saludo a la bandera, y de eso no se trata.

Para La Secta del Ruido toda lista canónica debe respetar un orden inicial que se basa en la importancia del músico, y a partir de allí, se debe seleccionar el listado de discos sobre el criterio de calidad por encima de su repercusión. Por ejemplo, si Los Rolling Stones en los 00’s hubieran sacado un álbum notable pero que no hubiera sido más popular que alguno de Arctic Monkeys o Franz Ferdinand, efectuada la criba respectiva, si fuera necesario desechar a dos de los tres, los desechados nunca podrían ser los Stones, por respeto a la historia, al rock y sobre todo a la música. Pero Los Rolling Stones no editaron ningún gran álbum en los 00’s y por eso tampoco son incluidos. Y aunque admiro la música de Brian Wilson y Johnny Cash, no me han terminado de convencer sus últimos trabajos, aunque pueda sonar a herejía para los especialistas. Sin embargo, sí están Paul Simon, Paul McCartney, Neil Young y Van Morrison, grandes ausentes en las listas de NME y RS, cuya sola omisión provoca vergüenza ajena.

A otros les parecerá que The Hives o The Libertines son bandas imprescindibles de la última década; otros reclamarán por Beck, Red Hot Chili Peppers o System of a Down; bueno, siempre habrá gente a la que le guste más una banda que otra, de hecho a los amantes del heavy metal les indignará no incluir a Metallica o lo último de AC/DC… Mala suerte, muchachos, quizá en el próximo milenio.

Finalmente, dos aclaraciones. La primera: esta es una lista de álbumes de rock, por tanto es básicamente angloparlante. Quizá en otro idioma exista algún disco destacable de rock, pero aún no lo hemos escuchado, menos en esta década. La segunda: la década la contamos del mismo modo que los ingleses y estadounidenses, desde el año 2000 hasta el año 2009, por tanto no entraremos en la discusión bizantina según la cual las décadas comienzan en el año 1, 11, 21… y terminan en el año 10, 20, 30 y así sucesivamente. Para nadie el año 30 pertenece a la misma década que los años 21, 22, etc., y no es mi intención cambiar esa creencia.

LOS 20 MEJORES ÁLBUMES DE LA DÉCADA
(2000-2009, en orden cronológico)


Paul Simon: You’re the One 3 de octubre de 2000


The White Stripes: White Blood Cells 3 de julio de 2001



Bob Dylan: Love and Theft 11 de septiembre de 2001



Van Morrison: Down the road 14 de mayo de 2002



The Flaming Lips: Yoshimi Battles the Pink Robots 16 de julio de 2002



The White Stripes: Elephant 1 de abril de 2003



Yeah Yeah Yeahs: Fever to Tell 29 de abril de 2003


Death Cab for Cutie: Transatlanticism 7 de octubre de 2003


U2: How to Dismantle an Atomic Bomb 22 de noviembre de 2004



Paul McCartney: Chaos & Creation in the Backyard 12 de septiembre de 2005



Neil Young: Prairie Wind 27 septiembre de 2005



Neil Young: Living with war 2 de mayo de 2006


New York Dolls:
One Day It Will Please Us to Remember Even This 25 de julio de 2006



Bob Dylan: Modern Times 29 de agosto de 2006




Paul McCartney: Memory Almost Full 4 de junio de 2007



Robert Plant and Alison Krauss: Raising Sand 23 de octubre de 2007

The Fleshtones: Take a Good Look 22 de enero de 2008


Nick Cave & The Bad Seeds: Dig, Lazarus, Dig!!! 3 de marzo de 2008


R.E.M.: Accelerate 31 de marzo de 2008


Sonic Youth: The Eternal 9 de junio de 2009



Mención honrosa para los siguientes diez álbumes (en orden alfabético):
Arcade Fire: Funeral (2004);
Broken Social Scene: You forgot it in people (2002);
George Harrison: Brainwashed (2002);
Klaxons: Myths of the near future (2007);
MGMT: Oracular spectacular (2008);
New York Dolls: Cause I Sez So (2009);
Super Furry Animals: Rings around the world (2001);
The Good, The Bad and The Queen: The Good, The Bad and The Queen (2007);
Wilco: Yankee Hotel Foxtrot (2002);
Yo La Tengo: And Then Nothing Turned Itself Inside Out (2000).

15 febrero 2010

SOUNDTRACK: ACROSS THE UNIVERSE (Julie Taymor, 2007)

Julie Taymor es una directora interesante, "políticamente correcta" es cierto, pero que tiene un trabajo muy creativo en cuanto al aspecto escénico. Luego de su oscura primera película Titus, nos dio su visión particular del binomio Diego Rivera y Frida Kahlo en el film Frida. En Across the universe vuelve a plantear con ingenio una puesta en escena que si bien respeta el contexto histórico promueve un acercamiento más imaginativo, entre surrealista y sicodélico, de la música de Los Beatles. A diferencia de Frida, aquí no se trata de un biopic, sino de una ficticia historia de amor que sirve como pretexto para escuchar buena parte del catálogo más conocido de la banda liverpoolense, en covers más que estimables, con sus altos y sus bajos, como podría suponerse al tratarse de la banda de rock más versioneada del planeta.
He seleccionado, inaugurando la sección Soundtrack, los covers Come together (con Joe Cocker), I want you (she's so heavy), I am the walrus (con Bono) y Why don't we do it in the road, incluidos en sendas escenas de Across the universe, y como plus Flying, la cual aparece en los créditos finales, pero no podría haberla desechado porque es impresionante.










15 enero 2010

OBITUARIO ROCK 2009

En La Secta del Ruido queremos brindarle nuestro humilde homenaje a seis importantes figuras del rock que se fueron el 2009. Aunque con ellos no hubo masivas despedidas ni ostentosos funerales como los del bailarín moonwalker, su legado trascenderá la liviandad de los grandes montajes publicitarios y permanecerá como paradigma de lo perdurable en la música popular de los siglos XX y XXI.

Ron Asheton
Muerto el 6 de enero. Causa: ataque cardiaco. Edad: 60 años.
Escucho en mi habitación los riffs de guitarra de I wanna be your dog y me reencuentro con la magia del rock de raíces, la pureza de la música en su estado primitivo, salvaje. Su sonido nos comunica una verdad transparente: bastan pocos acordes y menos de seis minutos para realizar una obra musical artísticamente válida, porque a veces un riff puede comunicar mejor un sentimiento que una ópera de dos horas... Ya oigo los denuestos de los reaccionarios de la cultura, siempre al acecho, esperando el menor descuido para soltarnos sus monsergas canónicas. Hace unos años fue Luis de Pablo, meses atrás Mario Bunge, ayer Abel Posse (este último un novelista posmoderno y un fascista declarado, por algo será). Todos ellos anteponen La Verdadera Música al Rock. Los medios de comunicación asienten, parecen coincidir en que se están perdiendo de algo grande quienes no leen partituras ni han asistido nunca a La Scala de Milán. Pero desde estas trincheras tenemos una carta bajo la manga y se llama Ron Asheton. Hoy es solo un fantasma, pero el equipo de sonido se encarga de hacernos escuchar una vez más sus riffs, como el de No Fun, y es suficiente, es demasiado contundente para alinearnos entre los nazis culturales que aún creen en una sola manera de hacer música. No, señores De Pablo, Bunge, Posse y todos sus seguidores trasnochados, no hay un solo paradigma para valorar la música, sino hay diferentes registros, diversas propuestas de lo musical, y en cada una de ellas la calidad artística se mide a través de otros patrones. Un aria, aun la más sublime y perfecta, no es equiparable a un riff de guitarra, del mismo modo que ningún capítulo del Ulises de Joyce puede comunicar lo que comunica un haiku. Esta es la gran enseñanza del pop y del rock: la brevedad, la simplicidad de recursos, es también válida en el arte musical. Gracias, Asheton, por habérmelo hecho recordar esta tarde en mi habitación, luego de oír la noticia de tu muerte en medio de proclamas retardatarias de algunos difusores de la cultura encorbatada y seria.




Lux Interior
Muerto el 4 de febrero. Causa: problemas cardiacos. Edad: 62 años.
Quienes ahora frisan los cuarenta años y en la década de los ochenta deambulaban por el centro de Lima en búsquedas etílico-existenciales, recordarán el cine club de la Cooperativa Santa Elisa, en la avenida Caylloma. Las imágenes se diluyen en capas dispersas y borrosas, pero allí estamos, acomodándonos en una de las butacas, a la espera del acontecimiento musical del año para los adolescentes asiduos del No Helden: la proyección de la película URGH! A Music War (La Guerra Musical). Entre los bichos que desfilan en el ecran se hallan bandas seminales del rock ochentero como Echo & The Bunnymen, X, The Fleshtones, Gang of Four, Pere Ubu, Dead Kennedys, Devo y por supuesto The Cramps, estos últimos gestores del vamp rock. Aparecen como entes inciertos que, cual adoradores de Eros y Thanatos, conjugan el placer con la ultratumba. Lux Interior, cantante y frontman, es la provocación encarnada. Pantalón de látex negro, ajustado hasta los cojones; torso desnudo y lampiño; algunas chicas gesticulan, se ponen nerviosas, se excitan en silencio. Lux Interior canta y se contonea, ante las miradas cachacientas de la ansiosa Poison Ivy; el sonido crudo de las guitarras esparcen una atmósfera de oscuridad pero también de concupiscencia apenas disimulada, y de pronto el cantante de los Cramps succiona el micrófono de mano como si fuese un objeto sexual del deseo, y se retuerce, gime, lujurioso. Nunca unos labios pidieron a gritos una violación como los labios silenciosos de la insinuante Ivy. Noche de orgasmos (no solo femeninos) en el Santa Elisa. Buen viaje a lo desconocido, Lux Interior, irreemplazable rey del porno rock. Q.E.P.D.





Sky Saxon
Muerto el 25 de junio. Causa: infección general. Edad: 63 años.
La primera vez que escuché a The Seeds fue en la casa de “Arturillo” Vigil, a comienzos de los noventa, quien tenía una vieja edición en vinilo de su primer álbum homónimo. A todos nos gustó especialmente Pushin’ too hard, con esa pujante voz de Sky Saxon y esos tecladitos que sonaban como bajos frenéticos y condensaban lo mejor del garage rock. Qué tiempos aquellos. Aún no había llegado a Lima desde España el stock (o debo escribir “sobrestock”) de revistas RDL, ilustrándonos sobre la movida garage, en un artículo reivindicativo de bandas estadounidenses de los años psicodélicos pero que empleaban el fuzztone y el sonido low-fi casero. Luego otro viejo amigo me animó a comprar Nuggets, primer compilatorio de garage rock; una joya que me precio de tener, en vinilo, como debe ser. Después surgió un proyecto de un fanzine (creo que se llamaba Sótano Beat o tal vez Sótano Bitch), los malentendidos, las broncas, los celos encubiertos, los Judas… y todo terminó con mi distanciamiento y un nuevo fanzine, La Secta del Ruido, del que este blog es su hijo virtual. Pero en honor a la verdad, nunca comulgué con el lema “solo el garage salvará al rock” de mis antiguos camaradas, empeñados en fabricar escaramuzas ficticias contra otros estilos y otras movidas dentro del rock, a la par que se presentaban como gurús del buen gusto. Al final acabaron escuchando baladas almibaradas de Regina Alcóver, así como bandas nuevaoleras y chicheras, mientras despotricaban del “ruido”, vaya rockeros… Sin embargo, como toda experiencia tiene su lado positivo, no puedo negar que una de las cosas más geniales de estos escarceos en el garage rock fue Sky Saxon y sus The Seeds, en principio su primer álbum, aunque la verdadera sorpresa vino después, tras la escucha de A web of sound, su segundo disco, mucho más sólido musicalmente y con variadas texturas. Solo por ese par de discos, The Seeds ya tiene su lugar en el panteón de la música popular. Hasta siempre, Sky Saxon, mártir y comediante del rock.




Gordon Waller
Muerto el 17 de julio. Causa: ataque cardiaco. Edad: 64 años.
Como a todo admirador de los Beatles, mi interés inicial por Peter & Gordon solo se podía explicar porque cantaban varias canciones que Paul McCartney había compuesto para ellos. Ya se sabe la historia, Paul salía con la hermana de Peter Asher, la preciosa Jane, y se interesó en promover el éxito del dúo, dando siempre en el blanco. El otro componente era Gordon Waller, un escocés cuya voz de barítono podía conmover al más descorazonado cuando interpretaba algunas de sus baladas más sentidas. Algunos dijeron que eran los Simon & Garfunkel del Reino Unido, pero era solo una exageración, para qué nos vamos a engañar. De todos modos fue un buen dúo en una época en que el pop era inocente y tierno. Y como cantante, Gordon Waller es con todo derecho una leyenda del pop.




Willy DeVille
Muerto el 6 de agosto. Causa: hepatitis C y cáncer de páncreas. Edad: 55 años.
En el caso de Willy DeVille opera mucho la nostalgia por una canción. La primera vez que escuché la maravillosa You better move on fue en un cover de este neoyorquino francófilo. Si mi memoria no me traiciona, Gerardo Manuel tuvo la buena idea de incluirlo en su programa de videoclips Disco Club. Sus bigotitos afrancesados y su apariencia desgarbada, casi famélica, le imprimían un sello de cantante cool difícil de rechazar. Y lo mejor, cantaba You better move on del hoy casi olvidado compositor Arthur Alexander, pionero del country soul. Años después, en una discotienda me decidí por un compilatorio de baladas de los Stones, Slow Rollers, que traía el cover que la banda británica hiciera en 1964, luego de ello la versión de DeVille como que pasó a un segundo plano… pero esa es otra historia. Hoy me mueve la nostalgia y simplemente quisiera brindar por Willy DeVille y a la vez recordar que gracias a él supe cómo encandilarme por You better move on. O cómo acariciar el cielo con una canción.




Les Paul
Muerto el 13 de agosto. Causa: neumonía. Edad: 94 años.
Famoso por haber sido el inventor de la guitarra Gibson que lleva su nombre, Les Paul también integró un sosegado pero líricamente impecable dúo en los años cincuenta, a lado de su esposa y cantante Mary Ford, en donde por primera vez usó la grabación multipista, otro revolucionario invento suyo que permitió el overdubbing. El dúo tuvo una trayectoria exitosa e incluso durante años condujeron un espacio televisivo. Hace más de una década pude conseguir un casete original de este dúo, y cada vez que lo escucho me doy cuenta del inmenso caudal de hermosas melodías injustamente relegadas o ignoradas por los patrocinadores de “lo que está de moda”. Para contrarrestar la amnesia general pulso ahora play en mi casetera y dejo que el sonido de How high the moon reviva mejores tiempos, ya lejanos, en los que yo aún no existía. La eternidad te acompañe, Les Paul, uno de los dioses de lo que luego vendría a llamarse rock.

24 diciembre 2009

COVER: "HAPPY XMAS (WAR IS OVER)"/"LIVE AND LET DIE"

No es propósito de este blog enviar saludos con motivo de fin de año; más provechoso nos parece colocar un par de videos que resumen los sentimientos y expectativas de estas fechas. Solo John Lennon pudo sacarle la vuelta al acostumbrado mensaje navideño de la religión católica y resemantizarlo con un contenido político anti guerra de Vietnam, y el resultado fue el más bello cántico que se pueda escuchar desde el rock sobre la Natividad cristiana, Happy Xmas (War is Over), compuesto al alimón por John Lennon y Yoko Ono. Si bien fue grabado en octubre de 1971, con la ayuda del coro de niños Harlem Community Choir, el single recién apareció a fines de noviembre de 1972, cuando un reelecto Nixon había empezado una campaña de hostigamiento con miras a la deportación de Lennon por sospechas de estar vinculado con acciones de sabotaje y espionaje a su gobierno. En el otro lado del Atlántico, Paul McCartney terminaba de dar forma a su nueva banda, Wings, que en junio de 1973 lanzara al mundo uno de sus clásicos más imperecederos, el tema James Bond Live and Let Die, con la producción de George Martin. Ahora que se acrecientan los rumores de la venida al Perú del gran Macca para el 2010, no hemos encontrado mejor forma de cerrar el círculo de estas fechas primero con la canción de Lennon-Ono y luego con la espectacular versión en vivo que Paul nos regalara en el Festival de Glastonbury, en el año 2004.
Y los covers seleccionados para ambos temas (entre muchos candidatos, por cierto) son Happy Xmas (War is Over) por U2 y Live and Let Die por The Pretenders.








06 noviembre 2009

COVER: "God only knows"

Finaliza la terna de genios de la melodía pop el gran Brian Wilson, de quien hemos escogido uno de los momentos más altos del álbum Pet Sounds (1967), de The Beach Boys. God only knows (música de Wilson y letras de Tony Asher) es considerada usualmente entre las mejores canciones de la historia del pop en las listas canónicas, y no repetiré aquí los elogios recibidos por leyendas del rock para no parecer demasiado reiterativo. Sí anotaré que David Bowie hizo un espantoso cover de esta canción, casi destrozándola, para su fallido álbum Tonight (1984). Por otro lado, quienes se han animado a versionearla no se les ha ocurrido mejor idea que imitar cada armonía y cada acorde como supuesto homenaje, o en otros casos, la han trocado en una balada soporífera para ser tocada en grandes salones. El cover de Charly García y Pedro Aznar para su disco conjunto Tango 4 (1991) no es muy diferente, pero por lo menos nos entrega una traducción al español de esta eterna gema. De regalo, también les dejo una accidentada (aunque memorable) actuación en vivo de los argentinos.

GOD ONLY KNOWS
(B. Wilson/T. Asher)

I may not always love you
But long as there are stars above you
You never need to doubt it
I'll make you so sure about it

God only knows what I'd be without you

If you should ever leave me
Though life would still go on believe me
The world could show nothing to me
So what good would living do me

God only knows what I'd be without you

God only knows what I'd be without you

If you should ever leave me
Well life would still go on believe me
The world could show nothing to me
So what good would living do me

God only knows what I'd be without you
God only knows what I'd be without you
God only knows
God only knows what I'd be without you
God only knows what I'd be without you
God only knows........






31 octubre 2009

COVER: "Dear Boy"

Esta vez el turno es para Paul McCartney. He seleccionado una de las más exquisitas composiciones de Ram (1971), uno de los álbumes más fascinantes de todos los tiempos (y quizá "the best underrated album ever"). Algún día dedicaré un comentario en especial a Ram, por ahora les dejo este cover de Dear boy realizado por la banda indie californiana Death Cab for Cutie, nombre tomado de una canción de Bonzo Dog Doo-Dah Band que fuera interpretada en el famoso striptease de la película más vanguardista de los Beatles: Magical Mystery Tour. El cover de Death Cab for Cutie de por sí es excelente, con un sonido muy "alternativo", desechando el acompañamiento coral a lo Beach Boys del original, lo que, supongo, tiene como punto a favor que un público no muy melómano pueda captar de inmediato la fuerza y riqueza melódica de este genial tema de Macca.

DEAR BOY
I guess you never knew,
Dear boy, what you had found,
I guess you never knew,
Dear boy, that she was just the cutest thing around.
I guess you never knew what you had found,
Dear boy.

I guess you never saw,
Dear boy, that love was there,
And maybe when you look too hard,
Dear boy, you never do become aware.
I guess you never did become aware,
Dear Boy.

When I stepped in, my heart was down and out,
But her love came through and brought me 'round,
got me up and about.

I hope you never know, dear boy,
how much you missed,
And even when you fall in love,
Dear boy, it won't be half as good as this
I hope you never know how much you missed, dear boy.

I stepped in, my heart was down and out,
But her love came through and brought me 'round,
got me up and about.
Dear boy, how much you missed,
Dear Boy.






28 octubre 2009

COVER: "I just don't know what to do with myself"

"If you asked thousands of record-buyers and record-makers who they considered to be the most gifted pop melodicist of the last 30 years, most of them would probably agree on three men: Paul McCartney, Brian Wilson and Burt Bacharach". (Melody Maker, octubre de 1995). De los tres mencionados, Bacharach es quien ha tenido un absoluto perfil bajo durante muchos años, comprensiblemente, pues no interpreta sus composiciones y además no es letrista (esta función siempre le correspondió a Hal David). Pero es innegable que muchos de los clásicos del pop sesentero son canciones compuestas por este señor que siempre aparece acicalado en su traje de gala y con una sonrisa de diente a diente. Aunque dudo que alguna vez haya entendido de qué anda el rock y más bien su imagen del baladista debe corresponder al crooner de los años 50, es y debe ser considerado con todo derecho como un genio del pop. Aunque la canción I just don't know what to do with myself ya había sido interpretada unos años antes, es con la glamorosa bisexual Dusty Springfield que se convirtió en un hit en el año 1964. Casi cuarenta años después, en 2003 los White Stripes nos entregaron un revulsivo cover para su álbum Elephant, cuyo video oficial tiene el atractivo de contar con la más que insinuante Kate Moss en un nunca desperdiciado espectáculo de contorsionismo alrededor de una barra. Servidos.

I JUST DON'T KNOW WHAT TO DO WITH MYSELF
I just don't know what to do with myself
I don't know what to do with myself
planning everything for two
doing everything with you
and now that we're through
I just don't know what to do

I just don't know what to do with myself
I don't know what to do with myself
movies only make me sad
parties make me feel as bad
cause I'm not with you
I just don't know what to do

like a summer rose
needs the sun and rain
I need your sweet love
to beat love away

well I don't know what to do with myself
just don't know what to do with myself
planning everything for two
doing everything with you
and now that we're through
I just don't know what to do

like a summer rose
needs the sun and rain
I need your sweet love
to beat love away

I just don't know what to do with myself
just don't know what to do with myself
just don't know what to do with myself
I don't know what to do with myself








07 octubre 2009

CUESTIÓN PREVIA: En defensa del rock


1. El género musical del siglo XX, por antonomasia, es el rock, cuyo origen está en el blues negro y el country estadounidense, estilos que generaron el rockabilly.
2. Precursores de este sonido fueron músicos de rocanrol (o rock’n’roll, en inglés) como Chuck Berry, Little Richard, Jerry Lee Lewis y Buddy Holly, entre otros cantantes que sonaron en la década del 50.
3. Una característica esencial del rock es su capacidad de asimilar o “reciclar” diferentes géneros y estilos, incorporándolos a su concepto sonoro moderno, de modo que dentro del rock hay cabida para el soul, el jazz, la música clásica, el bolero, el tango, el folclore latinoamericano, la música hindú y cuanto género tradicional popular o culto se pueda imaginar.
4. A lado de su receptividad de otros géneros musicales, el rock en el transcurso de su historia ha producido diferentes estilos y tendencias; al comienzo de los sesenta impuso la moda beat, a mediados de esa década se generó la sicodelia, un par de años después irrumpió el hard rock y el rock sinfónico y experimental, y así sucesivamente hasta nuestros días.
5. Tal es la diversidad del género musical rock que hoy se habla de subgéneros que a su vez se ramifican en diversas tendencias. Por ejemplo, del punk auroral, que surgió en Inglaterra en el mítico año 1977, han derivado el punkcore, el hardcore, el grindcore, el metalcore, entre otros.
6. Otra de las características del rock es su esencia contradictoria, pues por un lado nace como una necesidad de la industria del disco dirigida a los jóvenes –es decir, está ligado indisolublemente al statu quo del mercado– y por otro lado es una respuesta juvenil –en principio– a los valores y cánones musicales tradicionales, por lo que se le vincula a la contracultura.
7. La vinculación del rock con la contracultura se produce en diferentes planos: está asociado a la denominada “contracultura de la droga” (según definición de Britto García), a los movimientos juveniles de protesta (caso del Acid Rock de San Francisco entre 1967 y 1968), a organizaciones políticas radicales (vinculadas sobre todo al anarquismo y al comunismo), a movimientos feministas y gays, así como a movimientos ecológicos y antiglobalización capitalista, entre muchos otros.
8. El rock también es importante porque, a partir de este género, se plantea por primera vez el concepto del no-músico (Brian Eno, de los Roxy Music, es el teórico por excelencia de este concepto) y se legitima el amateurismo en la música.
9. Desde el punto de vista musicológico, se ha destacado la importancia de las estructuras repetitivas, “minimalistas”, en la música popular moderna, especialmente del rock, lo cual si bien es despreciado por los sectores conservadores de la música, de hecho ya ha sido incorporado en la llamada música culta por compositores como Philip Glass.
10. Entre las bandas más importantes del rock clásico están, sin duda, The Beatles, The Rolling Stones, The Beach Boys, The Who, The Kinks, Yardbirds, The Byrds y Cream, entre otros.
11. Jimi Hendrix revolucionó el sonido de la guitarra en el rock al incorporar elementos de feed-back y un “feeling” que marcó una de las tendencias dominantes en la evolución del rock.
12. La distorsión, la sobresaturación del sonido, lo que para el gusto tradicional puede significar tan solo "ruido", es una de las mayores revoluciones proporcionadas por el rock al concepto de la música. Lo disarmónico, lo arrítmico, lo no-melódico pueden perfectamente calibrarse dentro de los parámetros del rock y convertirse en la música más excitante.
13. Los revisionistas del rock hablan de una historia paralela de este género, que se origina a mediados de los años 60 en Estados Unidos con las bandas de garaje (“garage bands”) y que sigue un curso marginal, “underground”, frente al “main stream” del rock, y de la cual se nutren las llamadas bandas alternativas.
14. El punk difundió la idea de “hazlo tú mismo” que determinó que cualquier banda amateur se animara a grabar una “maqueta” con sus canciones y luego surgieran innumerables sellos independientes de grabación, con relativo éxito y autonomía con respecto a las transnacionales del disco.
15. Actualmente se habla de post-rock, es decir del ocaso del verdadero rock, y de la irrupción de seudobandas de orientación exclusivamente comercial que se han apropiado del término rock como un logotipo conveniente para vender. Sin embargo, bandas banales siempre han existido y existirán, así como siempre ha habido bandas oportunistas en el rock, solo que ahora se les llama "post-rock¨, concepto que falsea la historia y además pretende negar la vigencia de esta música revolucionaria.
16. El rock es también una forma de vida, una imagen y, aunque suene pretencioso, una manera de ser (presupone una ontología).


Como una muestra de lo que entendemos por buen rock, dos canciones: Eric's trip de Sonic Youth (en vivo, incluido en el álbum Daydream nation, 1988) y 59 times the pain de Hüsker Dü (del disco New day rising, 1985).



27 setiembre 2009

COVER: "Superstar"

A partir de ahora en La Secta del Ruido nos ocuparemos de incluir covers, entre otras ocurrencias, para aligerar y darle más variedad a este blog, antes que se anquilose. El cover elegido para inaugurar esta sección puede parecer previsible para algunos, pero finalmente es emblemático. Uno de los rasgos esenciales del rock es su gran capacidad de reciclaje de estilos y géneros musicales diversos; en otras palabras, no solo se apropia de lo ajeno sino lo resemantiza en otro nivel cualitativo. Esto se cumple a pie juntillas con el cover de Superstar realizado por Sonic Youth. La canción original, una balada para-toda-la-familia de los Carpenters, mantiene una belleza casi puritana; interpretada por la banda de noise-rock, la historia de amor contrariado adquiere en cambio cierta oscuridad y densidad, poniendo de relieve un ánimo depresivo, ausente en la versión de Karen Carpenter (la línea "la soledad es un asunto tan triste" es casi una declaración existencialista en boca de Thurston Moore).

SUPERSTAR
Long ago and oh so far away
I fell in love with you before the second show
Your guitar, it sounds so sweet and clear
But you're not really hereIt's just the radio
Don't you remember you told me you loved me baby
You said you'd be coming back this way again baby
Baby, baby, baby, baby, oh, baby, I love you I really do
Loneliness is such a sad affair
And I can hardly wait to be with you again
What to say to make you come again
Come back to me again
And play your sad guitar




23 setiembre 2009

LIFES RICH PAGEANT (R.E.M., I.R.S. RECORDS, 1986)



Tras el cartel de Nuevo Rock Americano se auparon varias bandas que tenían como denominador común el rescate del rock seminal de los años sesenta, en su variante psicodélica-folkie de la Costa Oeste de San Francisco. Así surgieron grupos tributarios del sonido de The Byrds, Love, Jefferson Airplane o Grateful Dead. Bandas como Rain Parade, Green on Red, Dream Syndicate o R.E.M., a inicios de los años ochenta, fueron la parte más esclarecida del revival del rock estadounidense. De ellos, los R.E.M. se despuntaron pronto debido a sus composiciones directas, la interpretación vocal y dominio de escena del cantante y frontman Michael Stype, y sobre todo por algo que no está escrito en ninguna partitura, que no se adquiere en academias de música, sino que parece pertenecer a otra dimensión y se llama genio, cuya receta quizá sea una mezcla de vitalidad, desenfado y un poco de intuición y magia, todo ello por supuesto aunado al innegable oficio y al necesario trabajo. El asunto es que todas las otras bandas citadas del Nuevo Rock Americano son muy destacables pero ninguna puede mostrar una discografía como R.E.M. Bastaría solo este magnífico álbum, Lifes rich pageant, para convencernos de lo antedicho, pero el hecho es que R.E.M. exhibe por lo menos una media decena de álbumes notables; en esa lista hay que incluir de manera obligada su debut Murmur (1983), Document (1987), Automatic for the people (1992) y Monster (1994).






Lifes rich pageant pertenece a la estirpe de obras imperecederas e, irónicamente, también forma parte de la célebre nómina de los "underrated albums" del rock. Por ejemplo, en el canon de los 500 Mejores Álbumes de Rock de la revista estadounidense Rolling Stone -que por lo demás no goza de nuestra devoción- es olímpicamente ignorado y se incluye en cambio a Murmur (No. 197), Automatic for the people (No. 247) y Document (No. 470), puntos altos en la carrera de la banda de Athens sin duda, pero que, sobre todo los dos últimos, de ningún modo son EL ÁLBUM (así en mayúsculas). Lifes rich pageant lo tiene todo: vitalismo, melancolía, desgarro, compromiso, producción y en especial canciones entrañables. Stype, Buck y Mills son tributarios en mucho del sonido Byrds, pero en mi modesta opinión lo superan en osadía, preocupación social y feeling rockero. En todo caso si tuviera que escoger entre un disco de Byrds y uno de REM, me quedo con éste que comentamos.



Y después de haberme atrevido a tamaña afirmación herética (imagino revolcándose indignados a los nostálgicos sesenteros que creen que todo pasado fue mejor), paso a anotar algunas curiosidades en torno a este álbum. Para empezar, el título está escrito adrede en una forma desusada del inglés antiguo que omite el apóstrofe para indicar la contracción ("Life's rich pageant"). Asimismo, está inspirado en una frase del inspector Clouseau (recordado personaje de la saga de la Pantera Rosa, interpretado por Peter Sellers) en el film de Blake Edwards A shot in the dark, de 1964, y cuya traducción no literal es "La vida es un suntuoso desfile" (en verdad, literalmente el vocablo pageant se refiere a la plataforma usada por los antiguos teatros itinerantes de la época isabelina). Otro dato interesante es que el productor, Don Gehman, antes había tenido como principal palmarés haber producido el arhiconocido álbum ochentero y ganador de Grammys American Fool, de John Cougar (hoy John Mellencamp), que algunos veneran y otros aborrecen. Es más, se dice que el tal Gehman no estaba muy entusiasmado con la música de los comandados por Michael Stype, desconfianza al parecer mutua, pues los aún jóvenes músicos imaginaban que el resultado sería un trabajo sujetado a las radiofórmulas y sin mayor trascendencia que la venta asegurada de vinilos (curiosamente, algunos años más tarde, los R.E.M. sucumbirían por mano propia a este temor con su Out of time y el hit Happy shiny people).


El inicio de Lifes rich pageant es contundente: dos piezas rockeras que sorprenden porque presentan a una banda con un sonido completamente renovado, de hecho en sus tres discos anteriores los temas se internaban en los linderos del country-rock más poppy, a veces un tanto trepidantes, otras veces más bien sosegados, pero nada en verdad que pudiera perturbar a los oyentes más conservadores ni menos destrozar oídos (que de eso se trata el rock). Begin the begin es un canto de compromiso ecológico sociopolítico, una declaración de intenciones: "El pequeño pájaro en la mano para la demanda de la riqueza de la vida/ La insurgencia comenzó y habías desaparecido (...)/ El orgullo de Myles Standish me felicita (Myles Standish fue un militar inglés fundador de una colonia en Nueva Inglaterra, nota nuestra)/ Lazo de un galanteador, zapato de un asesino/ La demanda de la riqueza de la vida crea la fuente en la mano/ de las energías, el único voto que importa/ El silencio significa seguridad, el silencio significa aprobación/ En el zenit, en la TV, el tigre corre alrededor del árbol/ Sigue al líder, corre y da la vuelta en la mantequilla/ Comencemos otra vez, comencemos desde el principio/ Comencemos otra vez como el zen de Martin Luther/ La mitología comienza desde el principio (...) Lazo de un galanteador, zapato de un asesino/ Ejemplo: el ejemplo más fino eres tú". Anotemos que las letras de R.E.M. suelen tener este estilo fragmentado: frases entrecortadas, ideas sueltas que rezuman ironía y sutileza, con referentes culturales del mundo angloamericano. Enseguida, escuchamos These days, otro excelente tema donde la producción musical se cuida de mostrar sus artilugios y más bien capta la desnudez del sonido como si la banda tocara en directo, esta vez con un mensaje de esperanza: "Ahora no me estoy alimentando de ti, yo cambiaré tus escalas/ Si puedo, y puedo/ marchar en el océano, marchar en el mar (...) Somos jóvenes a pesar de los años que nos conciernen/ Somos esperanza a pesar de los tiempos/ Repentinamente, estos días/ Las multitudes felices toman esta alegría dondequiera, dondequiera que vayas".


El tercer corte es quizá la balada más emblemática de R.E.M. antes de ingresar al mainstream: Fall on me (otro clásico de la época es Southern Central Rain-I'm Sorry). La canción es un alegato a favor de la naturaleza y contra la jungla de asfalto: "Hay un problema, plumas de hierro/ Edificios, pesos y poleas del negocio/ Las plumas golpean la tierra antes de que el peso pueda levantar el aire/ Compra el cielo y vende el cielo y dile al cielo y dile al cielo/ No caigas sobre mí". En la misma línea continúa Cuyahoga, melodía a medio tiempo, referida a un río situado al oeste de Ohio donde hubo hechos de sangre: "Pongamos nuestras cabezas juntas y comencemos un nuevo país para arriba/ El abuelo de nuestro padre trató,/ borró las piezas que no le gustaron/ Intentemos completarlo, orillar el río de la cantera, nadar, / arrodillando nuestra piel tú y yo, arrodillando nuestra piel ante el río rojo". Después de esta leve disminución de decibeles, retorna el ánimo galopante con Hyena, nueva muestra de que el rock no necesita de mucha sofisticación para dar lo mejor de sí, solo música refrescante y unas palabras que encuadren, aunque en este caso no se omite el mensaje: "La única cosa que temer es el miedo/ El mejor, el arma, el superior, el miedo/ Hiena es el embajador aquí". Prosiguen el semiinstrumental, Underneath the Bunker, en cuya instrumentación y melodía hay ecos del folclor latinoamericano, y la sempiterna balada The Flowers of Guatemala, absoluta poesía, pero tras el intenso lirismo se halla una soterrada denuncia política contra las masacres de más 200 mil pobladores en Guatemala en los tiempos del reaganismo: "Tomé un cuadro que tendré que enviar/ La gente aquí es amistosa y contenta/ La gente aquí es colorida y brillante/ Las flores florecen a menudo en la noche/ La amanita es el nombre/ Las flores cubren todo/ Las flores cubren todo/ Hay algo aquí que encuentro difícil de ignorar/ Hay algo que no he visto antes/ La amanita es el nombre/ que ellos cubren sobre todo/ Las flores cubren todo/ Cubren sobre todo (Amanita es el nombre)/ Las flores cubren todo/ No mires dentro del sol/ No mires dentro del sol".


El resto del disco (en verdad todo el álbum) alterna canciones sosegadas y otras rockeras o aceleradas. I believe es otra vibrante gema que rebosa optimismo ("Cuando era joven y lleno de gracia/ y tenía el espíritu de un cascabel (...) Yo creo en coyotes"), enseguida se escuchan la introspectiva What if we give it away? y la filopunk Just a Touch, para cerrar con la oda verde Swan Swan H ("Cisne, cisne, colibri/ Hurra!, todos nosotros estamos libres ahora"), y como track escondido un magnífico cover, Superman, originalmente tocado por la banda sesentera The Clique. Final rotundo del álbum más indeleble de R.E.M.



CATEGORÍA: Nuevo Rock Americano, country-rock, alternativo.
VEREDICTO: Imprescindible.
CANCIONES CLAVE: Begin the begin, These days, Fall on me, Hyena, The flowers of Guatemala, I believe, Swan Swan H, Superman.





















10 agosto 2009

CUESTIÓN PREVIA: Los Beatles vs Los Rolling Stones



Inauguramos esta sección de tópicos del rock, en donde comentaremos o apostillaremos sobre algunos estereotipos, creencias, mitos, divergencias y otras escaramuzas que se prolongan en largos debates entre aficionados del pop y el rocanrol. Y la primera CUESTIÓN PREVIA que queremos dejar zanjada en La Secta del Ruido es sobre la eterna disputa entre quienes creen que los Beatles fueron la mejor banda de rock y quienes afirman que ese honor se le debe adjudicar a los Rolling Stones, lugar común tan trajinado que a veces aburre discutir sobre ello.
Aunque estamos hablando sin duda de dos grandes bandas, no nos queda sino afirmar que, tras una detallada revisión de la completa discografía de los Beatles y Stones, juntos y por separado, no hay ninguna posibilidad, ni siquiera remota, de considerar a los Rolling Stones superiores a los Beatles. Es obvio que a la industria discográfica le interesa mantener latente esta falsa batalla del rock, pero más allá de los mezquinos intereses en juego, la verdad es que, si bien los Stones son una banda capital con varios álbumes fuera de serie, su lugar en la historia de la música rock está como una gran banda de rhythm & blues y rocanrol, y poco más. Pero, obviando los gustos personales, expongamos cinco razones objetivas para confirmar la trascendencia indiscutible del legado de los Beatles sobre la de los Rolling Stones.


1. El primer hit de los Rolling Stones fue "I wanna be your man", que si bien tiene el rótulo Lennon/McCartney, fue una composición de Paul McCartney que decidieron ofrecer a los Stones para que probaran suerte en la lista de éxitos. De entrada, esto nos dice dos cosas con claridad: primero, que la supuesta rivalidad entre los Beatles y los Stones nunca fue tal y que más bien siempre compitieron con mutuo respeto, y segundo, que los primigenios Stones eran conscientes de su escasa facultad para componer no solo hits sino canciones en sus primeros años. Y si todavía hay algún incrédulo o incauto, pregunto: ¿Saben cuántas canciones de la dupla Jagger/Richards hay en su primer álbum homónimo (titulado England's Newest Hit Makers en EEUU) que contenía doce canciones? Una; el resto son covers. En su segundo álbum para EEUU, 12x5, y en su segundo álbum para UK, The Rolling Stones No. 2, respectivamente, solo hay tres canciones Jagger/Richards, de doce. En su tercer álbum para UK, Out of our heads, la dupla rollingstoniana nos entrega otra vez solo tres composiciones propias de doce canciones. Y, ojo, ya estamos en 1965, ya hacía un año que los Beatles habían lanzado A hard day's night con trece soberbios temas escritos a pulso por Lennon/McCartney (es más, los dos primeros discos de los liverpoolenses mantenían un decoroso half & half entre canciones propias y covers). De hecho es recién con el álbum Aftermath, de junio de 1966, donde los Stones nos entregan solo canciones de su autoría. Antes los Beatles habían editado discos importantes como Help! y Rubber Soul, en que nos regalaban nuevos temas propios y un solo cover como plus. La diferencia es más que evidente. Basta preguntarse: ¿Una banda que recién al tercer año de editar discos tiene la gentileza de poner a disposición de los oyentes un álbum con temas propios puede ser considerada la mejor banda del rock? Definitivamente no.

2. Por si esto fuera poco, los Rolling Stones siempre estuvieron a la zaga de los Beatles en cuanto a su evolución musical y producción discográfica. No solo la llamada "invasión británica" a Estados Unidos la iniciaron los Beatles, sino que los proyectos de los Beatles fueron casi calcados por los Stones. Tras Sgt. Pepper's lonely hearts club band apareció la réplica rollingstoneana Their Satanic Majesties Request, y no solo eso, sino que los liverpoolenses inspiraron a Frank Zappa para lanzar su parodia We're only in it for the money, y a Brian Wilson para su abortado proyecto con los Beach Boys Smile. El filme experimental Magical Mystery Tour tuvo su contrapartida stoneana con Rock'n'roll circus. El documental Let it be de 1969 (cuya versión musical se editaría un año después en vinilo) fue respondido por los Stones con Let it bleed. ¿Cómo así la supuesta mejor banda del rock se dejó influir tanto por lo que hacía su banda rival, y en cambio, no dejó ninguna marca en la evolución de los liverpoolenses?

3. Ya lo anotamos: los Stones fueron una banda básicamente de r&b y rocanrol, pero, si bien en un momento lo intentaron, su repertorio no pudo abarcar la cantidad de géneros musicales que los Beatles. La versatilidad de Lennon/McCartney les permitía ir con facilidad de la balada al rock más arrollador, del foxtrot a la psicodelia, del country a lo experimental, y en todo dejaban sentado su gran talento de creadores. Tampoco se puede olvidar que asimismo estaban George Harrison y Ringo Starr, quienes también aportaron como vocalistas y compositores y siempre con temas más que sorprendentes. Y desechemos la superchería de que los Stones eran los "rockeros" y los Beatles los "blandos". No hay un solo tema de los Stones que sea más ruidoso y contundente que Helter Skelter (nada menos que de McCartney, el "archimelódico"), ni tienen un blues más desgarrador que Yer Blues (de Lennon, inigualable).

4. Un análisis desapasionado de la discografía de los Beatles y los Rolling Stones nos lleva a una sola conclusión: mientras doce de los trece álbumes de estudio de Los Beatles son clásicos y canónicos dentro del rock (la única excepción es Yellow submarine, que es más bien un soundtrack del film, que recoge canciones antiguas y pocas nuevas), de los veintidós discos de estudio de los Stones, apenas la mitad (más o menos) son clásicos y canónicos (mencionémoslos: The Rolling Stones, The Rolling Stones No. 2, Out of our heads, Aftermath, Between the buttons, Their Satanic Majesties Request, Beggars Banquet, Let it bleed, Sticky Fingers, Exile in Main St., Some Girls y Tattoo You, esta su última obra mayor, sucedida por fiascos y mediocridades cumplidoras; en total, doce álbumes superlativos, tres de ellos repletos de covers). Nótese que a pesar de que los Beatles se separaron en 1970, es decir hace casi cuatro décadas, todo ese periodo de tiempo no les permitió a los Stones más que llegar a superarlos en nueve discos en relación con la productividad (mas no en calidad). Si sumáramos la discografía de los Beatles como banda con su producción solista, caeríamos en la cuenta que la discografía como banda y en solitario de los Beatles no solo duplica sino casi triplica a la de los Stones. Solo Paul McCartney ha editado en solitario más álbumes de estudio que los Stones en toda su carrera. Así de claro.

5. Y ya que hablamos de recorridos en solitario, este último argumento me parece contundente. Cualquier lista canónica del rock no podría dejar de incluir de John Lennon su obra maestra Plastic Ono Band y, también, Imagine, en una carrera que, en nuestra opinión, por lo menos tiene dos discos notables más (Some time in New York City y Double Fantasy). A Paul McCartney comúnmente se le reconoce por el genial Band on the run, y la crítica más esclarecida celebra sus dos primeros, McCartney y Ram, así como otros discos de su etapa Wings (como Venus and MarsLondon Town y algunos el Back to the Egg), asimismo ya es casi un consenso destacar como masterpieces su Flaming Pie de 1997 y el Chaos & Creation in the Backyard del 2005, en un inmenso catálogo donde hay otros discos elogiados. De George Harrison, por su parte, es ineludible su celebrado All things must pass, principalmente, pero también se suele destacar 33 1/3 y Cloud Nine. Y de Ringo Starr, aunque en menor medida ciertamente, se pondera su álbum Ringo Starr. Ahora veamos a los Stones solistas. Jagger nos ha ofrecido cuatro álbumes en solitario, los dos primeros de eminente corte comercial y de pocas luces, y los dos últimos, aunque mejor recibidos, estarían a la altura de algún decente disco de Harrison, no más. Keith Richards, por su parte, ha editado su celebrado Talk is cheap y el menos notorio Main offender, pero ambos no alcanzan la categoría de obras maestras y de hecho no son canónicas, con todo Richards sigue siendo mucho más interesante como solista que su partner Jagger.

Así están las cosas en la que para algunos es "la mejor banda del rock". Huelgan más comentarios.








04 agosto 2009

TO OUR CHILDREN' S CHILDREN'S CHILDREN (The Moody Blues, The Threshold Records, 1969)


Si se busca sólo rock, si se cree que esta es sólo música juvenil para conseguir algo de diversión, si no se está dispuesto a sentarse en un sofá durante más de media hora para escuchar piezas con mayor pretensión que un buen riff de guitarra... es decir, si lo que se quiere es un poco de Rolling Stones o de Sex Pistols, lamentablemente lo sentimos: los discos más venerados de The Moody Blues están negados para quienes posean esa actitud adolescente y simplona ante la música.

Pero antes una precisión. The Moody Blues fue ese tipo de bandas que evolucionaron de manera tan poco ortodoxa que, por lo menos, tuvo tres etapas muy diferenciadas, incluso algunos hablan de tres Moody Blues. El Moody Blues primigenio fue eminentemente una banda de rhythm and blues, con el vocalista y guitarrista Denny Laine –sí, el mismo que luego nos regalaría tremendos punteos de guitarra como integrante de Wings, aparte de algunas notables colaboraciones en la composición con Paul McCartney–; lo acompañaban Mike Pinder en los teclados, el flautista y también vocalista Ray Thomas, el bajista Clint Warwick y el baterista Graeme Edge. Esta formación produjo varios singles entre los años 1964 y 1965 –aunque su mayor hit fue Go Now–, los cuales luego se incluyeron en Magnificent Moodies (1966), emotivo álbum donde destacan las armonías vocales (corales, diría), con mucho r&b y soul, pero que no guarda –aparte de los integrantes– casi ninguna relación con la aventura que comenzaría no bien Laine abandona a sus compañeros y es reemplazado por Justin Hayward, mientras Warwick es sustituido por John Lodge. El dueto Pinder y Thomas, con la ayuda de Hayward, perfilan un nuevo sonido acorde con los primeros experimentos sicodélicos que desde mediados de los sesenta se imponían entre las bandas de rock. Se inicia así en 1967 el segundo momento de Moody Blues, donde lo conceptual, la pretensión artística –que no sólo se circunscribe a la música, sino al diseño de la portada, y al manejo de todo el proceso de producción del álbum, en suma– es lo prevaleciente. Con el inmediato precedente de Sgt. Pepper's podría pensarse que la idea de los Moody Blues de valerse de arreglos orquestales para sus siguientes discos estaba más cerca de la impostura en boga que de una concepción original. De hecho, post junio de 1967 había muchos grupos que acompañaban sus canciones con orquestas sinfónicas, instrumentos hindúes, incursiones electrónicas a través del mellotron... ¿en qué podrían revolucionar de ese modo el estándar del pop? Aunque el verbo quizá sea excesivo: es posible que, después de todo, no hayan revolucionado nada, porque la ópera-rock y el rock progresivo/sinfónico siempre reconoce otros orígenes, otro arché como principio fundador, si bien esta etapa de los Moody Blues es vista con especial interés e incluso incorporada en el índex de estos géneros como precursor. Fueron adelantados y a las vez únicos a su modo, no fueron los primeros en editar una ópera-rock (ese privilegio se le reconoce a The Pretty Things con S.F. Sorrow, que posteriormente comentaré), pero estuvieron muy cerca; sin embargo, sí crearon lo que luego se conocería como rock sinfónico, pues su Days of future passed (1967) es el primer álbum en la historia del rock que se acerca al concepto sinfónico (aunque luego los Moody Blues no siguieron en esa línea, que desarrollaron bandas como King Crimson, Yes y Emerson, Lake & Palmer, por lo cual no son considerados, en estricto, como un grupo progresivo o sinfónico). Y finalmente, la tercera etapa se inicia en la década de los ochenta, tras la salida de Mike Pinder, y continúa irregularmente hasta la actualidad. Este último Moody Blues es eminentemente pop, aunque con muchas luces, como lo prueba su álbum Long distance voyager (1981).




To Our Children's Children's Children (de 1969 y que traducido correctamente significa "Para nuestros tataranietos") corresponde a la segunda etapa del grupo. El álbum nos transporta a la odisea del espacio. Se inicia con el sonido de una nave espacial despegando, que pronto se acopla al frenesí de las guitarras; éstas dan paso a una voz que declama la aventura del ascenso al espacio: "El hombre con su flamígera pira/ ha conquistado las impredecibles brisas", escuchamos en Higher and higher. Enseguida los acordes de un arpa y las notas del oboe preludian una de las más melancólicas y hermosas canciones del álbum, Eyes of a child, compuesta por Lodge: "Con los ojos de un niño/ tú debes venir y ver/ que tu mundo está dando vueltas/ y a través de la vida tú serás/ una pequeña parte/ de una esperanza/ de un amor/ que existe". De alguna manera el ideario hippy se deja traslucir en esa letra: se pide que el hombre que ha llegado al súmmun del desarrollo tecnológico gracias a su "modernidad", capaz de aventurarse en el cosmos, renueve la mirada hacia su propio mundo a través de la comunión con la naturaleza, simbolizada en los ojos de la infancia, una petición un poco naif pero sincera, y la música interpreta el sentido de la añoranza. Luego escuchamos Floating, un pop algo ligero aunque cargado de la nostalgia que impregna todo el álbum; la canción describe al hombre flotando en la luna, "free as a bird". Las armonías vocales aquí son muy marcadas dentro del estilo que caracterizaría a los Moody Blues posteriores. Pero el primer indicio de que estamos ante un verdadero álbum conceptual no solo en el aspecto temático sino musical se puede hallar en el siguiente corte, una versión acelerada y cuasi frenética de Eyes of a child, acoplada al final de Floating como si se tratara de una imprevista coda. Lo interesante en este punto es que, a diferencia de otros discos conceptuales, como Dark side of the moon de Pink Floyd, para mencionar el ejemplo más a mano, en To our children's children's children no solo hay una unidad temática (en este caso, ya lo dijimos, la odisea al espacio) sino un intento de configurar una unidad en el plano musical. Dicho de otro modo, no se puede escuchar este álbum como una colección de canciones individuales agrupadas en torno a una temática específica; el todo es siempre acá más que la mera suma de las partes. De este modo, Eyes of a child (part II), así como la que le sigue, I never though I'd live to be a hundred, son canciones muy breves, de apenas un minuto de duración, que pueden comunicar muy poco individualizadas, y esto se pronuncia más con el siguiente tema, el instrumental Beyond, que parece un interludio entre I never though I'd live to be a hundred y Out and In. Aquellos que padecen esa tara de evaluar los discos canción por canción, es más, aquellos que aún ingenuamente piensan que un buen álbum solo se compone de canciones en el sentido tradicional, creerán que este álbum posee varios cortes de relleno o no suficientemente convincentes. Sin embargo, quien se dé el trabajo de escuchar el disco de principio a fin, siguiendo los imprevistos giros melódicos que se producen en esta travesía musical, no podrá dejar de sucumbir a sus encantos. De alguna manera esta es la cátedra que sentaron los Beatles a partir de Sgt. Pepper's lonely hearts club band, y que acá aprovechan a la perfección los Moody Blues.




Sin embargo, tras todo lo anotado, no imaginemos que no hay grandes canciones desde una concepción más conservadora de la música pop, pues las hay y muchas. Luego de las paralizantes melodías de Out and in, de Pinder ("Observando más allá de los planetas/ buscando una visión total/ estoy reposando aquí por horas/ tú tendrás que hacer el viaje hacia afuera y hacia dentro"), Gypsy, de Hayward ("Yendo a la velocidad de una sombra de millones de años/ la oscuridad es el único sonido que descubren sus oídos/ Peleando contra las visiones de eternidad/ Gritando por un futuro que nunca será"), y Eternity Road, de Thomas ("No hay eternidad/ Recorriendo a través de un cielo de caracol/ observa la verdad que no podemos ocultar"), llega la magnánima balada Candle of life, de John Lodge, que sintetiza el contenido de lo que se canta en las anteriores canciones: el hombre (la humanidad) atrapado en el tiempo, descubre la imposibilidad de conseguir la eternidad en su búsqueda por expandirse en el espacio estelar; la oscuridad y la soledad es lo único que parece rodearlo en su viaje de millones de años: "Algo que no puedes esconder/ dice que tú estás solo/ escondido dentro de lo profundo/ de ti".

La única muestra de psicodelia la hallamos en Sun Is Still Shining, que revisita de manera amable el sonido de la música hindú, sin arriesgar demasiado, pero reanimándonos tras las desesperanzadoras letras precedentes. Enseguida reescuchamos I never though I'd live to be a hundred, mucho más breve que la primera versión, de apenas treinta segundos, como una suerte de preludio de Watching and waiting, compuesta por Hayward/Thomas, una atribulada balada que cierra de manera impecable el álbum, imprescindible muestrario de gemas pop, donde lo lírico y lo orquestal se conjugan con ciertos guiños rockeros convirtiendo su escucha en una verdadera delicia auditiva.



CATEGORÍA: Rock progresivo, rock conceptual, rock psicodélico.
VEREDICTO: Imprescindible.
CANCIONES CLAVE: Eyes of a child, Candle of life, Watching and waiting.